A pesar de que se sabe que las prácticas agrícolas ponen en peligro la calidad de las fuentes de agua potable, los agricultores son reticentes a modernizarlas. Basándose en la comprensión de los temores legítimos de estos, FAirWAY presentó medidas para favorecer mejor un cambio radical.
Los abonos y el estiércol, como fuentes de nitrógeno para los cultivos, pueden filtrarse al suelo y contaminar las aguas subterráneas y superficiales. Mientras que los plaguicidas, que se utilizan para proteger a los cultivos de plagas y enfermedades, contaminan el agua superficial. «Un uso más preciso de estos productos podría ser más eficiente, pero para ello se necesitan conocimientos especializados y herramientas, junto con una supervisión continuada a través de análisis del suelo y las plantas. Si bien es comprensible que los agricultores teman que estos cambios sean complicados y caros, les mostramos que no tiene por qué ser así», explica Gerard Velthof, coordinador del proyecto FAirWAY, financiado con fondos europeos.
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Una solución multifacética
FAirWAY se organizó en torno a trece estudios de casos —laboratorios vivientes— en once países. Algunos se centraron en un solo problema, como los plaguicidas, mientras que otros combinaron varias cuestiones. Los estudios de casos también representaban la variedad de tipos de explotaciones dominantes, como: fincas de cultivo, explotaciones porcinas intensivas y explotaciones de ganado lechero. El tamaño y los estudios de casos también varió, desde un pequeño suministro de agua en la isla de Tunø (Dinamarca), a zonas más amplias como La Voulzie, una fuente importante de agua potable para París. A cada estudio de caso se asignó una plataforma en línea, para que los participantes intercambiaran conocimientos entre ellos y entre grupos de profesionales.
Algunas plataformas ya existían previamente, mientras que otras fueron creadas por FAirWAY. «A pesar de que estas ayudaron a crear un entendimiento común de cuestiones complejas y resultaron útiles para desarrollar estrategias conjuntas, tenían un uso limitado en escenarios agrícolas específicos», comenta Velthof. Por lo tanto, el proyecto desarrolló sus propias herramientas de apoyo a las decisiones como un medio más práctico para respaldar las mejores prácticas agrícolas en cuanto a nutrientes y plaguicidas. «Si bien hay muchas herramientas de gestión agrícola disponibles, tan solo unas pocas tienen en cuenta de forma explícita la repercusión sobre la calidad del agua, por lo que recomendamos que se invierta más en estas últimas», añade Velthof.
El proyecto determinó que adaptar los abonos nitrogenados a las necesidades de cada cultivo y el uso de cultivos intermedios para detener el desperdicio de nitrógeno, eran medidas prometedoras para reducir la filtración de nitrógeno en las aguas subterráneas y las emisiones de nitrógeno gaseoso a la atmósfera. De hecho, mediante el uso del modelo MITERRA-EUROPE, calcularon que la filtración y la escorrentía de nitrógeno podrían reducirse más de un 20 % en muchas zonas de la Unión Europea (UE) adoptando estas técnicas.
En cuanto a la disminución de la contaminación del agua potable por plaguicidas, el proyecto no solo propone que se reduzca su uso, sino que se utilicen menos y con más frecuencia, así como que se seleccionen productos menos perjudiciales. Al elaborar los indicadores para investigar la escala del problema y sentar las bases, el trabajo del equipo puso de relieve la importancia de contabilizar el tiempo de retraso entre la filtración de nitrógeno desde los campos a sus efectos sobre la calidad de los acuíferos.
Otra dificultad que afrontan los agricultores es la variedad de directivas de la UE, cada una de ellas con un distinto enfoque, como los nitratos, los plaguicidas y el agua potable, y la Directiva marco sobre el agua. «Estas hacen que la gobernanza de la agricultura de precisión sea compleja, en el mejor de los casos, y, en el peor, confusa, por lo que debe ponerse más empeño en racionalizar las políticas», declara Velthof.
Mirando hacia el futuro
Para garantizar que la labor del proyecto no deje de estar a disposición del público, Wageningen Research y MEDES mantendrán respectivamente el sitio web y el sistema de información de FAirWAY durante los próximos tres años. Los datos del proyecto están disponibles en un repositorio de datos abiertos y se mantiene el acceso a las herramientas de apoyo a las decisiones. El consorcio de FAirWAY ha presentado una propuesta de grupo de discusión de EIP AGRI, para proseguir la colaboración con la red de partes interesadas del proyecto, que podría incrementarse mediante una plataforma a escala europea. «Este grupo ofrecerá apoyo científico a los reguladores y profesionales lo que garantizará la vinculación clara entre las políticas y las acciones agrícolas necesarias para alcanzar sus objetivos», concluye Velthof.
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