Una tecnología con un potencial desconocido para reducir las emisiones de gases del efecto invernadero del comercio electrónico y la industria logística, como la preocupación por el aumento de la contaminación ambiental y el peligro para la vida salvaje.
Los drones, originalmente elaborados y utilizados con fines militares, han sido útiles en muchas áreas del sector civil durante esta última década. Aunque a menudo son denominados «sistemas de aeronaves controlados a distancia» o «aeronaves/vehículos/sistemas no tripulados», los drones son comúnmente definidos como simples objetos voladores o «robots» sin piloto a bordo (Santamarina Campos, 2018). La Agencia Europea de Seguridad Aérea (AESA) define un dron como:
aeronave sin ninguna persona a bordo, cuyo vuelo se controla de forma autónoma o bajo el control remoto de un piloto que se encuentre en tierra o en otro vehículo.
AESA, 2015
Los drones pueden variar en tamaño, velocidad, resistencia y peso de despegue (EC, 2014). Pueden tomar la forma de un avión con las alas fijas o de un helicóptero que utiliza un sistema rotatorio de inclinación (Nentwich y Horváth, 2018a). Los aviones teledirigidos pueden ser pilotados a distancia por un operador o volar automáticamente sin ningún tipo de intervención humana. El modo autonómico es esencial para los drones de reparto, ya que sería demasiado caro tener a un piloto individual en cada uno de ellos (Nentwich y Horváth, 2018a). El control remoto en caso de emergencia permite a un operador activar la operación manual del dron en todo momento (Krishna y otros, 2016; Brunner y otros, 2018).
La tecnología de los drones está evolucionando a un ritmo muy rápido y tiene cada vez más posibilidades de competir de manera exitosa con otras alternativas más tradicionales en una serie de sectores que van más allá de la venta al por menor y reparto. Entre esos sectores se incluyen la investigación, la observación y la supervisión, la conservación de la naturaleza, la agricultura, la respuesta urgente para la acción humanitaria y la protección civil, el ocio, los deportes de competición, el turismo y el patrimonio cultural, el cine y la fotografía. Este potencial se refleja en el crecimiento exponencial de los mercados relacionados con los drones que se ha producido recientemente, lo que beneficia tanto a los fabricantes como a los proveedores de servicios (Santamarina Campos, 2018). En 2016 se vendieron aproximadamente 2,2 millones de drones para fines personales y comerciales en todo el mundo (Gartner, 2017). Algunos analistas del sector consideran que el mercado mundial de drones podría crecer de 14.000 millones de dólares en 2018 a 43.000 millones de dólares en 2024 (Drone Industry Insights, 2019).
Actualmente, la venta de drones para clientes (uso personal) es mucho mayor que la de los drones comerciales, en la que se incluyen los drones de reparto. En Europa, el número estimado de drones comerciales que funcionan desde 2016 es de 10.000 unidades, en comparación con 1-1,5 millones de unidades de drones para uso propio (SESAR, 2016). Sin embargo, se prevé que el número de drones con fines comerciales aumente rápidamente hasta alcanzar las ventas previstas en Europa de 200.000 unidades en 2025 y 395.000 unidades en 2035 (SESAR, 2016). De esta última cifra, se espera que 150.000 unidades se utilicen en la agricultura, 70.000 para el reparto, 60.000 para la seguridad pública, 10.000 en el sector energético y 100.000 unidades en otros sectores de desarrollo, como los medios de comunicación, la minería y la construcción (SESAR, 2016). Los drones para reparto son llamativos para los fabricantes (Molina y Oña, 2018), ya que tienen un potencial muy importante de crecimiento a largo plazo (CE, 2014; SESAR, 2016; Doole et al.,2018).
El crecimiento previsto para manejar drones de reparto se basa en parte en el gran interés mostrado en grandes empresas multinacionales como Amazon, DHL y Google. Los drones para reparto ya son utilizados hoy en día por pequeñas empresas como Zipline International (para el reparto de productos médicos en África). En 2016, Amazon lanzó de forma experimental su servicio de entrega Prime Air en Reino Unido (Amazon, 2016). El servicio postal de Austria probó el servicio de reparto con drones con paquetes de hasta 3,5 kg en 2017 (Nentwich y Horváth, 2018a). DHL ultimó un proyecto experimental utilizando drones para entregar medicamentos en áreas lejanas en 2018 (Deutsche Post DHL Group, 2018).
En general, las inversiones destinadas a la investigación y el desarrollo están aumentando. Gran parte de los trabajos de investigación se centran en el desarrollo del sentido y la tecnología de evasión, que es esencial para que los drones autónomos funcionen con seguridad y sin choques (Nentwich y Horváth, 2018a). La UE también está dando prioridad a las inversiones en inteligencia artificial para permitir la realización de operaciones de drones con un alto grado de automatización y seguridad (IenW y EASA, 2018). Otras áreas de investigación incluyen el transporte de carga y la tecnología de emisión, la eficiencia energética, la contaminación acústica, la seguridad y la protección (Brunner et al., 2018).
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