¿Cómo contribuye la UE a garantizar la seguridad energética a sus casi 500 millones de ciudadanos? ¿Y qué sucede si la seguridad de ese suministro de energía se ve amenazada?
Una función clave es fomentar la cooperación y las interconexiones transfronterizas para que la energía fluya con mayor fluidez en toda la UE. Cuando no hay sol ni viento para producir electricidad, es fundamental que un país de la UE pueda depender de las importaciones de electricidad producida en un país vecino de la UE.
Para que el sistema energético europeo sea capaz de hacer frente a posibles perturbaciones, la UE también promueve una gran diversificación de las fuentes, por ejemplo, disponiendo de más fuentes de energías renovables y soluciones de almacenamiento de energía, de modo que si una fuente falla, la otra pueda compensarlo.
¿Y si hay una crisis?
Una adecuada preparación ante los riesgos y una cooperación transfronteriza fluida para prevenir o gestionar las crisis son fundamentales para que los Estados miembros estén dispuestos y sean capaces de trabajar juntos de forma solidaria en caso de escasez.
Uno de los instrumentos legislativos adoptados recientemente por la UE es el Reglamento sobre la preparación ante los riesgos en el sector de la electricidad. Esta ley se aprobó en 2019 como parte del paquete de medidas de energía limpia para todos los europeos y exige que los Estados miembros trabajen para identificar todos los posibles escenarios de crisis a nivel nacional y regional que puedan afectar al suministro de electricidad.
La protección de las infraestructuras energéticas críticas ha cobrado importancia en las últimas decadas debido al elevado impacto en cascada que podría tener una destrucción o un daño grave causado, por ejemplo, por un atentado terrorista.
La protección de esta infraestructura también es cada vez más importante debido a uno de los mayores cambios de nuestra sociedad: la transformación digital. La ciberseguridad y la digitalización son dos caras de la misma moneda. En el sector de la energía, las tecnologías digitales y la rápida transferencia de datos han mejorado la precisión y la eficiencia. También ha permitido a los que trabajan en el área identificar y abordar más rápidamente cualquier cambio en la oferta y la demanda de energía. Sin embargo, la digitalización crea nuevas vulnerabilidades en el sector energético. En los tiempos modernos, garantizar la seguridad del suministro ahora también implica mejorar nuestra resistencia contra cualquier ciberataque coordinado dirigido a la infraestructura energética de Europa.
Crisis del Covid-19
La enorme perturbación causada por COVID-19 ha puesto de manifiesto nuestra dependencia de un robusto sistema de energía, vital para el suministro seguro de energía para nuestros hospitales, las industrias que producen equipos médicos y otras actividades esenciales y para las personas, que se ven obligadas a permanecer en casa.
Entonces, ¿qué tan seguro es nuestro suministro de energía? En pocas palabras, actualmente no hay ninguna amenaza en términos de seguridad energética y el sistema energético europeo ha demostrado su resistencia. La electricidad, el gas y el petróleo pueden fluir donde se necesitan, y en particular donde más se necesitan. Gracias al alto grado de digitalización, a la cultura de seguridad del sector y al sólido marco de la UE, los operadores energéticos ya contaban con planes bien elaborados de continuidad de las actividades o incluso de pandemia.
En cuanto a la gestión inmediata de la crisis, los funcionarios de la Comisión han venido celebrando reuniones periódicas con las autoridades nacionales y las industrias de los sectores del gas, la electricidad, el petróleo y la energía nuclear para intercambiar buenas prácticas entre los Estados miembros, identificar posibles dificultades, adoptar medidas correctivas, extraer lecciones para reforzar nuestra preparación ante diferentes escenarios y posibles nuevas crisis y, en última instancia, garantizar la seguridad del suministro energético.
¿A dónde nos dirigimos ahora?
Tras la crisis de COVID-19, la seguridad energética seguirá siendo una cuestión importante en el centro de la política energética europea y clave para una sociedad más resistente. Al salir de la crisis del coronavirus, la UE, y más allá de ella, se enfrenta a una importante recesión económica, cuya magnitud es difícil de predecir en este momento.
A pesar de esta incertidumbre, los dirigentes de la UE han subrayado la importancia de seguir adelante con nuestra ambición de alcanzar la neutralidad climática para 2050, lo que debería influir en las decisiones de inversión pública y privada y en los nuevos programas de políticas que se adoptarán en los próximos meses. Esta es también la oportunidad de seguir mejorando la seguridad energética y la capacidad de recuperación de la sociedad.
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