Hace diez años, el EIGE introdujo el Índice de Igualdad de Género como indicador de la situación de la igualdad de género en la UE. En cada edición se llegaba más o menos a la misma conclusión: se avanza a paso de tortuga. Sin embargo, en la edición de este año asistimos al mayor salto anual en la puntuación global en la historia del Índice: ¡la UE se sitúa en 70,2 puntos sobre 100!
Los países con mejores resultados, como Suecia, Países Bajos y Dinamarca, siguen a la cabeza del Índice, como vienen haciendo desde hace más de una década.
No obstante, en algunos países como Finlandia o Francia, o bien su progreso se ha estancado, o bien han sufrido una pérdida de puntos. Esto demuestra claramente que los avances no pueden darse por sentados. Hay que afianzarlos y apoyarlos con medidas que mantengan el progreso.
En el otro extremo, vemos países como Italia, Portugal, Luxemburgo y Malta que, a pesar de puntuar por debajo de la media de la UE, han realizado grandes mejoras en materia de igualdad de género en los últimos 10 años. Así pues, cuando los países ponen en marcha medidas, el ritmo de progreso se acelera.
Una mirada más atenta al cambio
Los cuidados no remunerados siguen siendo desiguales entre mujeres y hombres
La brecha de género en el cuidado de personas se está reduciendo. Pero no porque los hombres asuman más tareas asistenciales. Las mujeres hacen menos. Las tecnologías de asistencia, los servicios de entrega a domicilio o el aumento del empleo femenino podrían haber contribuido a este cambio. Pero la tecnología sólo puede apoyar algunos cambios externalizando una parte de las tareas de cuidados. Será necesario un cambio estructural para recorrer la última milla: como dice Claudia Goldin, catedrática de economía y Premio Nobel 2023, «nunca tendremos igualdad de género hasta que no tengamos también equidad de pareja».
Empuje hacia el poder: avances en los consejos de administración, pero no tanto en los parlamentos nacionales
Por primera vez en 10 años, el número de mujeres en los parlamentos y en los consejos de administración ha convergido en un 33%.
La brecha de género en la prestación de cuidados se está reduciendo. Pero no porque los hombres asuman más tareas asistenciales. Las mujeres hacen menos. Las tecnologías de asistencia, los servicios de reparto a domicilio o el aumento del empleo femenino podrían haber contribuido a este cambio. Pero la tecnología sólo puede apoyar algunos cambios externalizando una parte de las tareas de cuidados. Será necesario un cambio estructural para recorrer la última milla: como dice Claudia Goldin, catedrática de Economía y Premio Nobel 2023, «nunca tendremos igualdad de género hasta que no tengamos también equidad de pareja».
Empuje hacia el poder: avances en los consejos de administración de las empresas, no tanto en los parlamentos nacionales
Queda trabajo por hacer: la desigualdad entre hombres y mujeres en el mercado laboral no se ha movido ni un ápice
Ha habido avances en el ámbito laboral, sobre todo en lo que respecta a las oportunidades de trabajo flexible. Pero llama la atención que el mercado laboral siga tan segregado por sexos hoy como hace 10 años.
A medida que la transición digital y ecológica va tomando forma, se crean cada vez más puestos de trabajo nuevos, que exigen reciclaje y mejora de las cualificaciones para satisfacer las nuevas y cambiantes demandas del mercado laboral. Las mujeres no participan tanto como podrían. Poco a poco se están poniendo al día con las demandas de empleo en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM), pero la proporción de hombres en ocupaciones de educación, salud y bienestar (EHW) está congelada. La transición ecológica no sólo creará demanda de competencias STEM, sino también nuevas demandas en el sector de los cuidados, donde hay escasez de personal.
¿Lejos de la meta?
El Índice de Igualdad de Género de este año muestra que el progreso es posible, pero sigue siendo frágil cuando no se ve respaldado por acciones en todos los ámbitos de la vida, en todos los Estados miembros de la UE. El trabajo no ha terminado. Tenemos que ir más allá. Llegar más lejos significa tener una perspectiva interseccional, especialmente en el cambio climático, donde las disparidades de género son experimentadas por diferentes individuos y grupos. El conocimiento conduce al cambio.
Más información: EIGE
Deja una respuesta