Según un nuevo estudio, las comunidades vegetales del mundo están cambiando a día de hoy al menos con la misma rapidez con que lo hacían cuando el planeta estaba saliendo de la última glaciación hace unos once mil años.
Los cambios climáticos y las actividades humanas han transformado los ecosistemas de nuestro planeta a lo largo de los últimos dieciocho mil años. Aunque los científicos saben mucho sobre los cambios medioambientales que se han producido desde la Revolución Industrial a mediados del siglo XVIII, carecen de conocimientos exhaustivos sobre cuánto y cómo de rápido cambió la vegetación en los milenios anteriores.
Un nuevo estudio respaldado por el proyecto HOPE, financiado con fondos europeos, ha descubierto ahora que las tasas de cambio en la vegetación del planeta comenzaron a acelerarse hace varios miles de años. «Lo que vemos hoy es solo la punta del iceberg», comenta el autor y codirector doctor Ondřej Mottl, de la Universidad de Bergen (Noruega), entidad anfitriona del proyecto HOPE, en una nota de prensa publicada en «EurekAlert!». «Las aceleraciones que vemos en la Revolución Industrial y los períodos modernos tienen una historia profundamente arraigada que se remonta en el tiempo».
El polen cuenta una historia
El equipo de investigación internacional utilizó un conjunto general de 1 181 registros fósiles de polen a los que aplicaron nuevos métodos estadísticos para determinar la forma y la rapidez con que las comunidades vegetales del mundo han cambiado en los últimos 18 000 años. El polen fosilizado es una herramienta valiosa para reconstruir la historia de los cambios en la vegetación y, en consecuencia, en el clima. Cuando el polen de las plantas es llevado por el agua o el viento a estanques, lagos u océanos, se deposita en capas de sedimentos en el fondo de estos cuerpos de agua. Los científicos toman testigos de sondeo de estas capas para descubrir qué tipos de plantas crecían cuando se depositó el sedimento. Con este conocimiento, también pueden determinar el impacto humano sobre los ecosistemas.
Gracias a estos registros de polen, los investigadores identificaron un primer pico en la tasa de cambio de las comunidades vegetales hace unos once mil años, cuando el planeta estaba saliendo de la última glaciación. «Esperábamos que las tasas de cambio ecológico fueran generalmente elevadas durante esa transición, porque el mundo estaba cambiando rápido a medida que los glaciares desaparecían y el mundo se calentaba», observa la autora y codirectora Suzette Flantua, también de la Universidad de Bergen.
Los ecosistemas del planeta se establecieron entonces, hasta algún momento hace entre 4 600 y 2 900 años, cuando comenzó un segundo período de cambio acelerado que sigue en marcha hoy en día. Estos cambios en los ecosistemas vegetales del mundo ahora son al menos tan rápidos como las grandes transformaciones que se produjeron al final de la última glaciación. «Este fue un hallazgo sorprendente, pues, a lo largo de los últimos miles de años, no sucedieron muchas cosas desde un punto de vista climático, pero las tasas de cambio ecosistémico fueron tan grandes o mayores que nada que hayamos visto desde la última glaciación hasta el presente», destaca el coautor, el catedrático John Williams de la Universidad de Wisconsin-Madison (los Estados Unidos), en un artículo publicado en «ScienceDaily». Curiosamente, este cambio acelerado comenzó para las comunidades terrestres en su conjunto, lo que, según los autores, tal y como señala el estudio, sugiere que en los últimos dos siglos «la aceleración en la sustitución… es la punta de una tendencia más profunda».
Hablando sobre los cambios en la vegetación en la nota de prensa en «EurekAlert!», el doctor Mottl afirma: «Aunque algunos patrones parecen más obvios que otros, no estamos seguros de qué cambios fueron provocados por los humanos, el clima o ambos». El siguiente paso en la agenda de la labor investigadora respaldada por el proyecto HOPE (Humans On Planet Earth – Long-term impacts on biosphere dynamics) es conseguir más información sobre la interacción entre el clima, los humanos y los ecosistemas comparando los datos fósiles globales con datos arqueológicos y sobre el cambio climático independientes.
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