El Consejo adoptó el Reglamento general de seguridad de los productos, que fortalece los estándares de seguridad para los productos que se venden tanto online como presencial. Las reglas fortalecerán la vigilancia del mercado de productos inseguros y los derechos de los consumidores a los que se les ha vendido un producto no seguro.
El Reglamento adoptado refuerza la seguridad de los productos y la protección de los consumidores, y facilita la reparación, devolución o sustitución de los productos no seguros. En concreto:
- los mercados en línea tendrán que cooperar con las autoridades de vigilancia del mercado en caso de que detecten un producto peligroso en su plataforma y deberán crear un punto único de contacto encargado de la seguridad de los productos;
- las autoridades de vigilancia del mercado podrán ordenar a los mercados en línea que retiren los productos peligrosos de sus plataformas o que impidan el acceso a ellos;
- un régimen de vigilancia único se aplicará a todos los productos;
- si se ha demostrado que un producto es inseguro, los operadores económicos deberán aplicar medidas correctivas de inmediato e informar a las autoridades de vigilancia del mercado y a los consumidores;
- si debe recuperarse un producto, los consumidores tendrán derecho a su reparación o su sustitución o al reembolso (y podrán elegir al menos dos de estas opciones);
- los operadores económicos deben designar a una persona responsable de los productos vendidos en línea y fuera de línea (con independencia del origen del producto) que garantice la disponibilidad de la documentación técnica, las instrucciones y la información relativa a la seguridad.
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Contexto
La Directiva de 2001 relativa a la seguridad general de los productos garantizaba que todos los productos de consumo introducidos o comercializados en el mercado de la UE estuvieran sujetos a requisitos generales de seguridad.
Sin embargo, el número cada vez mayor de bienes y productos vendidos en línea exigía una actualización para que las normas siguieran siendo adecuadas ante los actuales avances digitales y tecnológicos. De este modo, la seguridad general de los productos pasa de estar regida por una Directiva (que debía transponerse a las normas nacionales) a un Reglamento (que no deja margen para una transposición divergente por parte de los Estados miembros).
Supone una modernización de las normas para todos los operadores económicos (fabricantes, importadores y distribuidores) y para las empresas y los mercados en línea. Transformar la Directiva en Reglamento garantizará también el establecimiento de un marco jurídico sólido que vele por que los productos sean seguros y cumplan las normas europeas.
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