El Tratado de Maastricht estableció la Unión Europea, preparó el camino para la moneda única: el euro y creó la ciudadanía de la UE. El Tratado de Maastricht se firmó el 7 de febrero de 1992 y tuvo un profundo impacto en el desarrollo de la integración europea. La UE, tal como la conocemos hoy, debe su nombre y su naturaleza a un tratado nacido en una ciudad holandesa a orillas del Mosa.
A continuación recogemos parte de la información sobre el Tratado de Maastricht que se ha publicado en el Consejo Europeo:
En marzo de 2017, los líderes europeos se reunieron para celebrar el 60º aniversario del Tratado de Roma. La Unión que ha surgido a lo largo de los años, a partir de ese tratado original, ha crecido progresivamente en tamaño, alcance y capacidad.
La Unión Europea actual es una poderosa voz en apoyo de la paz y la justicia en todo el mundo. Alberga la segunda moneda más comercializada del mundo y es el mayor bloque comercial mundial. Al mismo tiempo, garantiza los derechos de casi 450 millones de ciudadanos europeos.
Un paso clave hacia este notable desarrollo se dio cuando los 12 Estados miembros se reunieron para una cumbre europea en 1991 en la ciudad holandesa más conocida, en aquella época, por sus alfarerías.
Maastricht es la cuna de la Unión Europea: allí se negoció y firmó el tratado que lleva su nombre.
Impacto duradero del Tratado de Maastricht
Maastricht dio origen al nombre de «Unión Europea». Los Estados miembros acordaron importantes cambios en la estructura y las competencias de la Unión que habían creado. Los principales se centraron en tres «pilares», como se denominaron en aquel momento:
- Comunidades Europeas
- Justicia y Asuntos de Interior
- Política Exterior y de Seguridad Común
Estos cambios transformaron la integración europea, ya que Maastricht permitió a la Unión desarrollar nuevas e importantes políticas para servir y proteger mejor a los ciudadanos de la UE. Hizo que la UE fuera más eficaz, inclusiva, transparente y responsable.
Tratado sobre la Unión Europea, Tratado de Maastricht
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Los tres pilares
La estabilidad económica y el euro
En pocas palabras, el Tratado de Maastricht sentó las bases de una unión económica y monetaria. O, como dice el Tratado, promueve «el fortalecimiento de la cohesión económica y social y mediante el establecimiento de una unión económica y monetaria que incluya en última instancia una moneda única». Esto culminó en 2002, cuando el euro se convirtió en una realidad al empezar a circular billetes y monedas de euro en 12 Estados miembros de la UE.
El economista francés Jean Claude Trichet dijo que «la creación de una moneda común fue una decisión multinacional y de consenso múltiple […] una convergencia de grandes sensibilidades políticas». El Canciller alemán, Helmut Kohl, y el Presidente francés, François Mitterrand, escribieron a los líderes de los otros 10 Estados miembros diciendo que había llegado el momento de «transformar el conjunto de las relaciones entre los Estados miembros en una Unión Europea».
Esta transformación incluía la ampliación de las competencias de las Comunidades Europeas en ámbitos como el medio ambiente, la industria y la política de cohesión. También significaba que el Parlamento Europeo tenía ahora el poder de adoptar actos jurídicos conjuntamente con el Consejo de la Unión Europea, en un procedimiento llamado de codecisión.
Una Europa de la justicia
Los delincuentes no conocen fronteras, por lo que sólo trabajando juntos los países de la UE pueden combatir eficazmente la delincuencia y el terrorismo. El Tratado de Maastricht sustituyó un mosaico imperfecto y parcial de cooperación directa entre gobiernos. Puso esta cooperación bajo el paraguas de la UE y abrió el camino a una acción mucho más eficaz e integradora entre los Estados miembros.
El pilar de Justicia y Asuntos de Interior ha permitido el desarrollo gradual de agencias como Europol y la creación de instrumentos como la orden de detención europea, que facilita el traslado de sospechosos de delitos entre países de la UE.
La UE acuerda dar más poderes y medios a Europol en su lucha contra el crimen
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Una Europa con una sola voz
Maastricht marcó un importante cambio en el ámbito de la política exterior. En lugar de la anterior cooperación más bien laxa entre los Estados miembros, la nueva Unión Europea tenía ahora la posibilidad de actuar y hablar en la escena mundial con una sola voz.
A pesar del creciente número de Estados miembros de la UE desde Maastricht, la Unión Europea ha desarrollado una creciente cohesión en su capacidad para actuar conjuntamente e influir en los acontecimientos mundiales.
En 2012, la UE recibió el Premio Nobel de la Paz. Esto fue, en parte, motivado por sus acciones para promover y proteger la democracia en una serie de Estados miembros. Otra razón importante fue su éxito en la superación de la división Este-Oeste y en el fortalecimiento del proceso de reconciliación en los Balcanes.
Además de añadir los dos nuevos ámbitos políticos de Justicia y Asuntos de Interior y la Política Exterior y de Seguridad Común, el Tratado de Maastricht también introdujo otros cambios significativos. Uno de los más importantes es la creación formal de la ciudadanía europea.
Innovaciones de Maastricht
Ciudadanos de Europa
Con Maastricht se formalizaron los derechos de los ciudadanos de la UE a vivir, trabajar y estudiar en otros países de la UE. Los ciudadanos de la UE gozan ahora de una serie de derechos incluso cuando viven en otro Estado miembro. Entre ellos está el derecho a presentarse y votar en las elecciones locales, regionales y de la UE, y los derechos relativos a la protección consular cuando viajan.
Todos estos derechos son importantes. En 2019, hubo más de 18 millones de ciudadanos de la UE que ejercieron su derecho a vivir y trabajar en otros países de la UE, y otros innumerables que viajaron libremente entre los Estados miembros mientras hacían su vida cotidiana.
Action for Europe. EU projects to enhance security and effectively manage migration
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Una Europa educada
El Tratado consolidó una serie de sistemas ya existentes que habían tenido éxito, como el programa Erasmus, creado inicialmente como un proyecto de intercambio de estudiantes con una aceptación limitada.
A lo largo de las tres décadas siguientes, más de 10 millones de personas participaron en Erasmus+ y sus predecesores, creados para estimular y fomentar la movilidad, la experiencia internacional y la cooperación. Maastricht contribuyó a que se prestara más atención al papel de la educación y la formación en Europa.
Su impacto va mucho más allá de los intercambios de educación superior. El objetivo general es fomentar la aparición de una población altamente cualificada y adaptable, y reforzar la cohesión social y la ciudadanía activa.
En 2020, el presupuesto total de Erasmus Plus alcanzó los 3.370 millones de euros.
Erasmus+: Un éxito en 2020 a pesar de las restricciones
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Una Europa conectada
La política de cohesión, cuyo objetivo es promover el desarrollo armonioso general de la UE, también se consolidó en el Tratado de Maastricht. Parte de este cambio consiste en desarrollar las redes de transporte y los enlaces en toda Europa.
Esto se hizo por una sencilla razón: un mercado único y una comunidad integrada necesitan que las personas y las mercancías puedan viajar con rapidez y seguridad.
El objetivo de la política de la Red Transeuropea de Transporte (RTE-T) es construir una red de transporte eficaz en la UE para reforzar la cohesión económica, social y territorial de la UE mediante la creación de sistemas de transporte sin fisuras a través de las fronteras, sin enlaces perdidos ni cuellos de botella.
La red incluye líneas ferroviarias, vías navegables interiores, rutas marítimas cortas y carreteras. Abarca 90.000 km y conecta 424 grandes ciudades con puertos, aeropuertos y terminales ferroviarias.
Una Europa verde
El medio ambiente y el impacto del cambio climático están en la mente de la mayoría de la gente hoy en día, pero el compromiso con la protección del medio ambiente que asumieron los líderes nacionales en Maastricht se adelantó a su tiempo.
El Tratado reconocía la importancia de los datos científicos, los beneficios y los costes potenciales de la acción (o la falta de ella), el principio de que quien contamina paga y la determinación de que el crecimiento económico no debe producirse a expensas del medio ambiente.
Desde entonces se ha avanzado mucho en la UE, que ha superado su objetivo de reducción de emisiones para 2020. En 2020, la UE tenía un 31% menos de emisiones de gases de efecto invernadero en comparación con 1990, muy por encima de su objetivo de reducir las emisiones en un 20%.
Una Europa centrada en el consumidor
Aunque el mercado único abrió el camino a nuevas y enormes oportunidades para las empresas y los emprendedores, el Tratado de Maastricht reconoció la necesidad de que las leyes y los reguladores protejan los intereses de los consumidores.
Este compromiso ha ido más allá de dar a los ciudadanos el derecho a corregir las cosas cuando van mal.
Los consumidores están ahora más preocupados que nunca por la calidad y los ingredientes de los alimentos que consumen, y las normas introducidas por la UE originalmente como parte del acuerdo de Maastricht significan que los productores de alimentos tienen que declarar los ingredientes de los alimentos procesados, incluyendo, de forma destacada, cualquier alérgeno, si incluye nano materiales y qué tipos de aceites y grasas se utilizan.
Una Europa social y asistencial
Desde los primeros días del proyecto europeo, la reducción de los efectos negativos que la reestructuración económica puede tener sobre los trabajadores ha ocupado un lugar destacado en la agenda. Con ese objetivo, el papel y el impacto del Fondo Social Europeo aumentaron para reflejar el ritmo de la transformación económica. El Tratado de Maastricht amplió y formalizó el ámbito de aplicación del Fondo Social Europeo para incluir a los afectados por la adaptación a las transformaciones industriales y a los cambios en los sistemas de producción.
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