El microbioma, el material genético de todos los microorganismos que viven en el cuerpo humano, es esencial para el desarrollo, la inmunidad y la nutrición. Las enfermedades cardiometabólicas (ECM) como las enfermedades cardíacas y los trastornos metabólicos (por ejemplo, la obesidad y la diabetes) están asociados con un microbioma disfuncional.
Los estudios en este campo se han intensificado en los últimos años. El microbioma intestinal, que es el material genético de la microbiota intestinal compuesto por microorganismos complejos (bacterias, hongos y virus) presentes en el tracto gastrointestinal, ha llamado especialmente la atención en relación a las ECM. Además, se sabe que existe una asociación entre el uso de algunos medicamentos, como los neutralizadores de la acidez, y la alteración de la comunidades microbianas intestinales.
Con el apoyo parcial del proyecto METACARDIS financiado con fondos europeos, un equipo de científicos ha estudiado las bacterias intestinales en una muestra de 900 participantes de Dinamarca, Alemania y Francia. Los investigadores han publicado sus hallazgos en la revista «Nature», donde identificaron las estatinas – una clase de fármacos hipocolesterolemiantes recetados habitualmente – como terapia potencial para modular la microbiota. Una nota de prensa de la Universidad de Copenhague, socia del proyecto METACARDIS, afirma: «Se había demostrado previamente que la microbiota intestinal en personas con obesidad era diferente de la que tenían los sujetos no obesos con una diversidad bacteriana escasa, un relativo agotamiento de las bacterias que fomentan la salud y las bacterias restantes dominadas por la inflamación». Como señala la misma nota de prensa:
«han identificado un grupo de bacterias llamado enterotipo Bact2, hallado en el 4 % de las personas delgadas y con sobrepeso, pero en el 18 % de las personas con obesidad que no tomaban estatinas, un grupo de fármacos hipocolesterolemiantes. […] Sin embargo, en otros participantes con obesidad del estudio tratados con estatinas, la prevalencia del enterotipo Bact2 nocivo fue significativamente inferior (6 %) que en sus homólogos no tratados con estatinas (18 %) – comparable a los niveles observados en los participantes sin obesidad (4 %). La misma tendencia fue validada en un estudio flamenco con una muestra de 2 000 participantes».
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