La soledad, la sensación de carecer de interacciones sociales significativas, se ha identificado como un grave problema de salud pública y se relaciona con una serie de factores, entre ellos la mala salud y la escasa conexión social.
Durante la pandemia de COVID-19, el aumento del riesgo de soledad asociado a los encierros prolongados y al autoaislamiento atrajo mayor atención sobre el tema, y los medios de comunicación hablaron de una «epidemia de soledad». La soledad no es sólo un problema privado e individual. La soledad puede obstaculizar la cohesión social y debe considerarse un problema social y abordarse como tal.
Mayor índice de soledad entre los jóvenes
El Proyecto Piloto sobre la Soledad ha consistido en recopilar datos sobre la soledad en toda la UE, sintetizar y mejorar las pruebas existentes e intercambiar buenas prácticas sobre medidas de intervención para combatir la soledad. En 2022 se realizó una encuesta a más de 25.000 personas.
Según los datos, aproximadamente el 13% de los encuestados afirman sentirse solos la mayor parte del tiempo o todo el tiempo. La soledad es más prevalente en Irlanda, donde más del 20% de los encuestados afirman sentirse solos. Le siguen Luxemburgo, Bulgaria y Grecia. Los niveles más bajos se observan en los Países Bajos, la República Checa, Croacia y Austria (todos por debajo del 10%).
La soledad no es un problema exclusivo de las personas mayores. De hecho, la incidencia de la soledad entre los jóvenes es mayor que entre las generaciones de más edad. Este hallazgo, en línea con investigaciones anteriores, no implica que la soledad entre los mayores no sea un problema, ya que las consecuencias de la soledad pueden variar según la edad.
Factores de riesgo de la soledad
Los resultados del estudio aportan información valiosa sobre los factores de riesgo de la soledad. Las situaciones económicas favorables, así como la cantidad y calidad de las interacciones sociales, son clave a la hora de prevenir la soledad, mientras que los acontecimientos vitales importantes, como la pérdida de la pareja o del trabajo, pueden alterar la red social y aumentar significativamente el riesgo de soledad.
Según los datos, las personas que se sienten solas todo o casi todo el tiempo tienen unos 20 puntos porcentuales más de probabilidades de sufrir síntomas depresivos. Del mismo modo, la soledad está relacionada con peores resultados de salud física y comportamientos poco saludables. Sin embargo, no está claro hasta qué punto la soledad causa problemas de salud o si es al revés.
Otra de las conclusiones de la encuesta es la correlación entre el uso de las redes sociales y la soledad, que ha suscitado interrogantes sobre cómo afectan las redes sociales a la soledad. La encuesta muestra que el uso intensivo de las redes sociales está asociado a un aumento de la soledad, lo que sugiere que las redes sociales sustituyen las relaciones fuera de línea por otras en línea, careciendo de la intimidad y la calidad de las interacciones fuera de línea.
Effectiveness of interventions tackling loneliness A literature review
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Lucha contra la soledad
Se necesitan acciones coordinadas a nivel local, nacional e internacional para fomentar el desarrollo de soluciones políticas específicas. Pero, ¿cómo prevenir y mitigar la soledad? A la hora de diseñar políticas eficaces, es muy importante conocer el grado de conocimiento de las actuaciones a nivel, quién se supone que debe prestar ayuda y si existe un estigma asociado a dichas actuaciones.
Los datos revelan que el 43% de los encuestados afirmaron conocer la existencia de intervenciones contra la soledad, aunque existen grandes diferencias entre países. En tres Estados miembros (Lituania, Portugal y Eslovenia), más del 60 % conocía la existencia de intervenciones en su país, mientras que en siete países (Suecia, Rumanía, Hungría, Bélgica, Italia, Chipre y Bulgaria) el 35 % o menos las conocía. La encuesta también incluye información sobre la opinión de los ciudadanos acerca del papel que deberían desempeñar los distintos agentes en el apoyo a las personas que se sienten solas en su país. En general, la gran mayoría (73%) piensa que los individuos y las familias deberían desempeñar un papel importante a este respecto.
Las opiniones sobre el papel de los actores varían según el estigma y el estado de soledad. Los encuestados que estigmatizan a las personas solas en general tienden a creer en menor medida que los diferentes actores deberían prestar apoyo a las personas solas. Este resultado demuestra la nocividad del estigma social para el desarrollo de intervenciones contra la soledad.
Más información: Centro Común de Investigación – Comisión Europea
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