En todo el mundo, el amor, la paciencia, la dedicación y el compromiso de las madres se honran anualmente en el «Día de la Madre». Muchos países y culturas celebran a sus madres en el mes de mayo y tratan a la «dama principal» de la familia con un día de mimos, regalos, comida festiva y dosis adicionales de abrazos.
Pero, ¿sabías que el «Día de la Madre», tal como lo conocemos, tiene sus raíces en las tradiciones que se remontan a los tiempos antiguos?
Antiguedad
En la antigua Grecia, un culto a la madre que abarcaba rituales y ceremonias específicas estaba dedicado a Rea – la Madre de los Dioses. Los frigios también celebraban un festival para su madre tierra, Cybele, mientras que los hindúes de los antiguos indios veneraban a la diosa Durga como el poder materno en la fuente de la vida y la creación con el festival Durga-puja.
En la fe cristiana, María, madre de Jesucristo, ha estado en el centro de las prácticas de adoración durante muchos siglos. En 1330, España comenzó a adorar a la Virgen Inmaculada y en 1854 el Papa Pío IX declaró que la Inmaculada Concepción era una doctrina. En muchos países todavía, la fiesta de la Inmaculada Concepción se celebra anualmente el 8 de diciembre.
Otro precursor del Día de la Madre es el llamado ‘Laetare’, el ‘Refreshment Sunday’ o el ‘Mothering Sunday’: un día festivo cristiano celebrado en el Reino Unido a mitad de la Cuaresma. Desde la Edad Media en adelante, se convirtió en costumbre visitar la «iglesia madre» y la de uno de los padres en este mismo día.
Concepto moderno
El concepto moderno y secular de un «Día de la Madre» surgió en los Estados Unidos a fines del siglo XIX. En 1870, la jueza de Filadelfia, Julia Ward Howe, emitió una «Proclamación del Día de la Madre» que pedía a las madres unirse para promover la paz mundial. Tres años después, hizo campaña para que el «Día de la Paz de la Madre» se convirtiera en un evento anual.
Sea lo que sea lo que uno piense sobre el concepto de celebrar a las madres una vez al año (en lugar de cada día) o de la fiesta consumista en la que se ha convertido el día festivo, hay mucho que decir para las madres que merecen su día muy especial.
Porque ocasiones como estas crean interés y dedican tiempo para la reflexión. Nos permiten reconocer y fortalecer los lazos familiares. Y lo más importante: son el máximo estímulo para dar crédito a aquellas que, a menudo, quedan relegadas y siempre ponen a sus seres queridos en primer lugar.
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