Hace veinte años, el 1 de enero de 2002, doce países de la UE cambiaron sus billetes y monedas nacionales por el euro en el mayor cambio de moneda de la historia. En estas dos décadas, el euro ha contribuido a la estabilidad, competitividad y prosperidad de las economías europeas. Y lo que es más importante, ha mejorado la vida de los ciudadanos y ha facilitado el comercio en toda Europa y fuera de ella. Con el euro en el bolsillo, ahorrar, invertir, viajar y hacer negocios es mucho más fácil.
El euro es un símbolo de la integración y la identidad de la UE. Hoy en día, más de 340 millones de personas lo utilizan en 19 países de la UE, con 27.600 millones de billetes de euro en circulación por un valor de aproximadamente 1,5 billones de euros. El euro es actualmente la segunda moneda más utilizada del mundo, por detrás del dólar estadounidense.
Mientras celebra este vigésimo aniversario, la UE sigue trabajando para reforzar el papel internacional del euro y adaptarlo a los nuevos retos, como la rápida digitalización de la economía y el desarrollo de las monedas virtuales. El euro digital, como complemento del efectivo, apoyará un sistema de pagos bien integrado y ofrecerá mayores posibilidades de elección a los consumidores y las empresas.
Un largo camino
Desde los primeros debates sobre la Unión Económica y Monetaria a finales de los años sesenta, el euro ha recorrido un largo camino. Los primeros pasos concretos hacia una moneda única fueron abordados en 1988 por el Comité Delors. En 1992, el Tratado de Maastricht marcó un momento decisivo en el avance hacia el euro, ya que los líderes políticos firmaron los criterios que debían cumplir los Estados miembros para adoptar la moneda única. Dos años más tarde, el Instituto Monetario Europeo (IME) inició en Fráncfort los trabajos preparatorios para que el Banco Central Europeo (BCE) asumiera la responsabilidad de la política monetaria en la zona del euro. Como resultado, el 1 de junio de 1998, el BCE entró en funcionamiento.
En 1999, el euro se lanzó en 11 Estados miembros como moneda vehicular en los mercados financieros y se utilizó para los pagos electrónicos. Finalmente, el 1 de enero de 2002 Austria, Bélgica, Finlandia, Francia, Alemania, Grecia, Irlanda, Italia, Luxemburgo, Países Bajos, Portugal y España cambiaron sus billetes y monedas nacionales por euros. Eslovenia entró en la zona del euro en 2007, seguida de Chipre y Malta (2008), Eslovaquia (2009), Estonia (2011), Letonia (2014) y Lituania (2015). Actualmente, Croacia está dando los pasos preparatorios para incorporarse a la zona del euro, lo que tiene previsto hacer el 1 de enero de 2023, siempre que cumpla todos los criterios de convergencia.
Veinte años de beneficios para los ciudadanos y las empresas
El euro ha aportado muchos beneficios a Europa, especialmente a sus ciudadanos y empresas. La moneda única ha contribuido a mantener los precios estables y ha protegido a las economías de la zona del euro de la volatilidad de los tipos de cambio. Esto ha facilitado la obtención de préstamos por parte de los compradores de viviendas, las empresas y los gobiernos europeos y ha fomentado el comercio dentro y fuera de Europa. El euro también ha eliminado la necesidad de cambiar de moneda y ha reducido los costes de las transferencias de dinero, lo que ha simplificado los viajes y el traslado a otro país para trabajar, estudiar o jubilarse.
Una gran mayoría de europeos apoya la moneda única. Según el último Eurobarómetro, el 78% de los ciudadanos de la zona euro creen que el euro es bueno para la UE.
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