El último artículo presentado por Eurydice nos habla de la importancia del diálogo democrático, respetuoso y comprometido, que a pesar de no ser habitual existe y es elemento clave en la educación para la ciudadanía, especialmente, si se hace a edad temprana desde la escuela.
En muchos países, el debate político es cada vez más polarizado. Alimentada por los medios amorales que buscan escándalo y disputa, la política contemporánea se nutre de controversias y puntos de vista opuestos. Pero, ¿es esta visión del mundo en blanco y negro positiva para nuestra democracia? ¿Qué ha pasado con el diálogo respetuoso y con escuchar la posición de cada uno? ¿Y el arte del compromiso?
Varios libros recientes están examinando la amenaza a nuestras democracias, a menudo señalando la brecha entre las elites y la población en general. Un proyecto de investigación reciente de la Universidad de Princeton concluye que «las preferencias de la persona promedio parecen tener solo un impacto minúsculo, casi cero, estadísticamente no significativo en la política pública». Por otro lado, la riqueza claramente hace una diferencia. Si bien las opiniones del 90% inferior de los ingresos tienen un «impacto estadísticamente no significativo», las elites económicas, los intereses comerciales y las personas que pueden permitirse el lujo de los cabilderos tienen una gran influencia. Esta teoría no solo es relevante para los Estados Unidos. La investigación en Francia también indica que la política responde al dinero y a los más privilegiados, mientras que la persona promedio importa poco.
La consiguiente sensación de desencanto de la gente común podría ser una de las razones por las que las respuestas más extremas y simplistas a problemas complejos ganan credibilidad entre el electorado. La sensación de que las elites gobernantes no están escuchando a la población deja espacio para que surjan políticos populistas y extremistas y convencer a los electorados de todo el mundo de que ahora alguien está escuchando sus preocupaciones.
Estas tendencias pueden ser preocupantes, pero ¿cómo podemos abordarlas? Hay varios niveles de respuesta requeridos. A nivel social, se necesita acción para convencer a las personas de que su voto en las elecciones hace una diferencia. También se debe alentar a las personas a trabajar e influir en sus comunidades locales, ya que la democracia requiere compromiso y compromiso. Los grupos con diferentes intereses y opiniones deben estar dispuestos a sentarse juntos, a escuchar y a negociar. Los habitantes de un país deben sentir que pertenecen a la sociedad para que la democracia funcione.
El papel de la educación
Entonces, ¿qué implica esto para la educación? ¿Puede la educación contribuir a construir y mantener nuestras democracias? El Consejo (educativo) de la Unión Europea en su recomendación de 2018 sobre la promoción de valores comunes, la educación inclusiva y la dimensión europea de la enseñanza ciertamente lo cree. Destaca que la educación en todos los niveles desempeña un papel fundamental en la promoción de valores comunes. Por lo tanto, los Estados miembros deben actuar a través de sus sistemas educativos contra el populismo, la xenofobia, el nacionalismo, la discriminación, la difusión de noticias falsas y la información errónea, así como la radicalización que conduce al extremismo violento.
Sin embargo, las escuelas generalmente no son las instituciones más democráticas. Los niños tienden a aprender que los demás deciden lo que harán durante el día. La mayoría de los niños probablemente no votarán por la combinación particular de materias que se les enseña en los currículos nacionales, ni por las dosis de aprendizaje que reciben.
Aprendizaje y pensamiento crítico
Las investigaciones confirman que las prácticas tales como la discusión en el aula y el aprendizaje al realizar actividades fomentan el pensamiento crítico, ayudan a los estudiantes a comprender a los demás y desarrollan actitudes sociales de mente abierta. La educación puede ayudar a los estudiantes fomentando el respeto mutuo e integrando un sentido de democracia en la experiencia escolar cotidiana. La educación debe apoyar el sentimiento de los alumnos de tener voz, de ser escuchado y de ser capaz de contribuir a la toma de decisiones en la escuela.
Educación para la ciudadanía
En este contexto, la educación para la ciudadanía proporciona el conocimiento formal de la estructura constitucional, las instituciones políticas y las competencias de un país, como la responsabilidad social. Pero también tiene que ver con pensar críticamente, interactuar con otros de una manera socialmente responsable y, por lo tanto, actuar democráticamente. La autoevaluación escolar, si está organizada adecuadamente, también brinda a los alumnos la experiencia práctica de participar en los procesos de toma de decisiones en la escuela. Permite a los alumnos discutir objetivos, prioridades y criterios de calidad y puede contribuir al logro de estos objetivos utilizando herramientas de autoevaluación adecuadas.
Las escuelas son microcosmos de la sociedad, lugares donde los alumnos pueden aprender que cuando todos hacen demandas, es imposible satisfacer todas esas demandas. Desde una edad temprana, las escuelas deben ayudar a los alumnos a comprender por qué los grupos tienen diferentes intereses y opiniones, y alentarlos a sentarse juntos para llegar a un acuerdo. Si deseamos que nuestros hijos se conviertan en ciudadanos comprometidos y conocedores, deberíamos confiarles más responsabilidades en la toma de decisiones en las escuelas.
Author: Lars Bo Jakobsen and David Crosier
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