«Los tiempos en los que los europeos podíamos confiar en otros están llegando a su fin. Europa debe tomar el destino en sus propias manos». La contundente frase que la canciller Angela Merkel pronunció el año pasado explica buena parte de los cambios que la UE enfrenta en el tablero de ajedrez mundial.
Europa de la Defensa
En 1954 la Asamblea francesa dijo no a la Europa de la Defensa. Unos diputados entonaron alegres ‘La Marsellesa’. Hoy es el auge del ultranacionalismo, dentro y fuera de la UE, el que ha impulsado junto al Brexit que la idea de una Unión Europea de Seguridad y Defensa común sea más cercana.
Así uno de los grandes desafíos de la UE para este crucial año que acaba de arrancar es avanzar en torno a la UE de la Defensa, que fue el sueño de los padres fundadores. En 2018, 25 Estados miembros despertaron la Cooperación Estructurada Permanente (Pesco, por sus siglas en inglés). La conocida como ‘Bella Durmiente’ del Tratado de Lisboa permite a las industrias europeas cooperar en el desarrollo de tecnología para evitar duplicidades. Pero los proyectos navegan todavía entre la parálisis de la burocracia, los problemas de financiación y la lentitud. Además de diferentes opiniones de las capitales sobre la participación de países terceros, como en el futuro el Reino Unido.
Oriente Próximo
Cuatro meses restan, no obstante, para las elecciones europeas y por extensión para el fin de esta Comisión que lidera el luxemburgués Jean-Claude Juncker. Federica Mogherini, Alta Representante de Exteriores de la UE, afirmó en una entrevista previa a jurar su cargo que uno de sus grandes propósitos era conseguir la paz en Oriente Próximo. Poco hacía atisbar por aquel entonces, en 2014, que Estados Unidos el “mediador” histórico entre Palestina e Israel haría saltar por los aires el proceso de paz. Uno de los principales golpes sobre el tablero de ajedrez mundial de Trump fue trasladar su Embajada de Tel Aviv a Jerusalén (que indirectamente supone el reconocimiento de la volátil Jerusalén como capital del Estado de Israel). Ahora el Estado hebreo va un paso más allá y pide a la Casa Blanca que reconozca los Altos del Golán sirios (anexionados por Israel en 1967).
A Siria nos lleva, precisamente el gran acontecimiento de las últimas horas. Trump ha anunciado que retirará inmediatamente a los soldados sobre el terreno que tiene en Siria, el gran perdedor de la llamada Primavera Árabe que va camino de su octavo año en guerra.
Si bien las implicaciones pueden salpicar de vuelta a Estados Unidos, una de las grandes perdedoras de esta retirada es Europa. Siria está a las puertas del Viejo Continente y aunque el grupo terrorista Estado Islámico ha sufrido fuertes sacudidas a nivel de combatientes y territorios, cientos de yihadistas continúan anclados en la frontera que comparten Siria e Irak, lo que entraña importantes riesgos para la seguridad de Europa.
Acuerdo nuclear
Sin dejar la región, uno de los principales desafíos para la próxima Comisión será el acuerdo nuclear iraní, que se ha erigido como principal prueba de la fortaleza comunitaria en el exterior frente a Trump. Tras los Acuerdos de París, el republicano abandonó el acuerdo nuclear poniendo contra las cuerdas el sistema multilateral nacido de la Segunda Guerra Mundial. Trump ha adoptado un discurso beligerante contra Teherán y proteccionista en general y la UE debe velar tanto por el pacto como por el multilateralismo en aras de defender la estabilidad global y diplomacia de la que hace gala. No obstante, la defensa del Plan de Acción Conjunta (JCPOA, como se conoce formalmente al pacto) está costando a la UE más de lo que pensaba. Por un lado, la República Islámica comienza a dar síntomas de agotamiento ante la lentitud de la burocracia comunitaria, y por el otro, varios Estados miembros afean cada vez más que la protección de Irán está costando un precio demasiado alto a las relaciones con Estados Unidos.
Relaciones transatlánticas
Otro aspecto para no perder de vista será la evolución de los acontecimientos al otro lado del Atlántico. En primer lugar, el desarrollo de la guerra comercial, que de momento aguanta el alto al fuego rubricado el pasado verano entre Juncker y Trump. En América del Sur, los ojos están puestos en Jair Bolsonaro, recién estrenado presidente de Brasil. El conocido como ‘Trump del Trópico’, que también ha adoptado un discurso proteccionista, augura que no se lo pondrá fácil al bloque comunitario en un momento en el que las relaciones UE-América Latina tomaban impulso. Brasilia ya ha destacado que el acuerdo entre Mercosur y la UE no será una prioridad de su mandato.
Rusia
También será fundamental tener en cuenta antes, durante y después de las elecciones europeas los acontecimientos que se desarrollan a las puertas de Europa. Rusia ha incrementado en los últimos meses sus ataques a la soberanía de Ucrania y pesa además la sombra sobre una potencial injerencia a favor de las fuerzas populistas en los comicios europeos, a los que están llamados más de 500 millones de personas. Además, el Kremlin también ha aumentado su presencia en los Balcanes Occidentales. Aunque Mogherini cruzaba los dedos para que Kosovo y Serbia normalizasen sus relaciones antes de que abandone el acrgo, es decir en mayo, la tensión entre ambos no ha hecho más que aumentar durante las últimas semanas.
Así las cosas, el 2019 depara una salida intensa de la actual Comisión y una entrada trepidante para la próxima, que heredará muchos retos en el tablero de ajedrez mundial y verá nacer otros muchos en un mundo cada vez más volátil.
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