Según un estudio publicado el pasado 16 de junio, el Acuerdo Económico y Comercial Global (AECG) entre la UE y Canadá impulsó las exportaciones comerciales y diversificó las cadenas de suministro en todos los Estados miembros de la UE. El estudio -realizado por expertos independientes, en el marco del compromiso de la Comisión de elaborar políticas basadas en datos contrastados- ofrece pruebas sólidas de que un comercio abierto, basado en normas, previsible y cooperativo funciona.
Entre los beneficios directos derivados del AECG desde el inicio de su aplicación provisional en 2017 figuran un aumento del 71 % del comercio bilateral de bienes y servicios entre la UE y Canadá (de 72 200 millones de euros en 2016 a 123 000 millones de euros en 2023); un incremento del 64 % de las exportaciones de bienes de la UE y del 81 % de las exportaciones de servicios de la UE a Canadá[1]; y un aumento del producto interior bruto (PIB) de la UE, que ha pasado a ser 3 200 millones de euros superior cada año (1 300 millones de euros cada año en el caso del PIB de Canadá).
Las pequeñas y medianas empresas (PYME) se han beneficiado especialmente, ya que el número de PYME de la UE que exportan a Canadá ha crecido más rápidamente (20,3%) que el de las grandes empresas (13,8%).
El CETA también ha fomentado la cooperación UE-Canadá en materia de materias primas críticas, según el estudio, mejorando la seguridad del suministro de materiales críticos para ambos socios. Además, debido a la ambiciosa apertura del mercado de contratación canadiense a los licitadores de la UE, el valor de la contratación, es decir, el valor de los contratos públicos disponibles para las empresas de la UE en Canadá, es un 8,4 % superior con el CETA.
Las repercusiones sociales del CETA también han sido positivas: ha aumentado los salarios reales un 0,02 % en la UE y un 0,1 % en Canadá. El CETA también ha impulsado el comercio de bienes medioambientales (+12%) y servicios (+46%), lo que refleja una mayor demanda de tecnologías verdes.
Espacio para el crecimiento
El estudio señala ámbitos en los que se podría hacer más para seguir reforzando la relación comercial entre la UE y Canadá. Con la ratificación del CETA en curso en la UE, aún no se han establecido disposiciones sobre la protección de las inversiones. El estudio concluye que esto obstaculiza, por ejemplo, la inversión en la extracción de materias primas, para la que la protección de las inversiones marca una verdadera diferencia. Además, el estudio destaca la necesidad de mejorar las disposiciones sobre comercio electrónico del CETA, para reflejar mejor la rápida evolución de la economía digital y liberar todo su potencial.
Próximos pasos
La Comisión examinará ahora el estudio en detalle. A continuación, presentará sus propias conclusiones en forma de documento de trabajo de los servicios de la Comisión, que incluirá propuestas sobre los próximos pasos para sacar el máximo partido de la relación comercial de la UE con Canadá.
Contexto
La Comisión puso en marcha una evaluación ex post de la aplicación provisional del CETA en 2023, cinco años después de la entrada en vigor provisional del Acuerdo. Esta evaluación se lleva a cabo como parte del compromiso de la Comisión de elaborar políticas basadas en datos empíricos en el marco de la política de mejora de la legislación. Como parte de la evaluación, la Comisión solicitó un estudio a expertos independientes para evaluar la aplicación y el impacto del CETA.
El estudio publicado hoy examina los efectos económicos, sociales, medioambientales y de derechos humanos del acuerdo para ambas partes. También incluye un análisis institucional y una evaluación de las preocupaciones de las partes interesadas. Para ello se realizaron amplias consultas a los interesados en toda la UE y Canadá.
Más información: Comisión Europea
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